lunes, 16 de abril de 2012

El almuerzo desnudo

Para empezar, no caeremos en el tópico de enumerar todas las cosas raras que suceden en esta película; entendemos que entonces se le quedará para siempre el estereotipo de "fumada de Cronenberg" y no se sabrá apreciar el discurso que en realidad construye el film. Desde luego, suceden muchas cosas raras, e incluso visualmente desagradables, pero estamos ante un director raro y desagradable que en esta ocasión nos ofrece una alternativa a su forma habitual de enfocar el problema de "la nueva carne".



¿Y qué es la nueva carne? Esencialmente, una especie de unión entre el cuerpo humano y la máquina, una comunión con la tecnología. Películas como La Mosca o Videodrome, de entre las más relevantes dentro de la primera etapa del director, muestran este concepto con algunos efectos especiales inolvidables, a los cuales remitimos para entender en qué consiste Cronenberg. En otro orden de cosas, los guiones de todos estos films los escribía el propio director, como es evidente según lo que hemos ido diciendo; Cronenberg posee un discurso muy concreto que traslada al espectador a través del terror, el asco, la compasión o directamente la imagen vomitiva.

Como ya hemos apuntado, el caso de El almuerzo desnudo es distinto; para empezar, se trata de una pseudo-adaptación de una novela del norteamericano William S. Burroughs. Decimos pseudo porque es tan extraña y complicada de adaptar que ya algún otro director había desistido en el intento; Cronenberg, en vez de adaptarla directamente, decidió combinarla con fragmentos de otras obras de Burroughs y también con extractos de la vida del propio autor. Surge, así, una película que reflexiona acerca del escritor, sus metas, su papel en la sociedad, sus miedos. Pero con el toque Cronenberg.

Entrando en materia (aunque preferiríamos no desvelar qué es "exactamente" lo que sucede en el film, ya que creemos que hay que ver para creer/entender), el protagonista es un escritor que se coloca con polvo de matar bichos, asesina a su mujer y acaba en una especie de lugar exótico en el norte de África, donde conoce a ciertos personajes que le abrirán (aún más) la mente. Si este planteamiento os ha atraído, adelante, seguid leyendo. Pero si creéis que es inverosímil, extraño o directamente absurdo o una broma, desde luego no estáis en sintonía con la extraña propuesta de Cronenberg.
Porque el film se toma muy en serio a sí mismo: la cadena de hechos extraños, desagradables, a veces inconexos, que suceden, se muestran de forma neutra y casi naturalista. Un extraño engendro alienígena, una máquina de escribir-bicho-culo que habla (?)... todo ello está iluminado de forma natural y se muestra como algo terrestre, no alucinatorio (en comunión con el resto de la obra de Cronenberg, en realidad). Por lo tanto, el personaje alucina pero no vemos cómo alucina, no vemos espirales, ni escenas oníricas, ni distorsiones de la imagen o el sonido. Las cosas raras van sucediendo en un contexto absolutamente naturalista, lo cual acentúa el extrañamiento.

Si en otros films del director el núcleo narrativo consiste en la historia de un hombre que se fusiona con la tecnología, en este parece ir un paso más allá: se introduce directamente en la mente de este hombre, las fusiones se producen en un contexto de alucinación/imaginación. Quizás de aquí el interés de Cronenberg por adaptar la novela, poder mostrar visualmente las terribles mutaciones que Burroughs proponía en ella. El director nos pone frente a ellas, con una cámara completamente invisible (como es normal en él) y nos propone un viaje al interior de la mente del escritor, con paradas en la teoría de la conspiración, las sexualidades ocultas pero latentes, el machismo, la lucha en la sombra entre grandes corporaciones y gobiernos, el uso de drogas... y quién sabe si, en realidad, todo lo que vemos no es más que fruto de una sesión alucinatoria del propio Cronenberg.





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