viernes, 9 de marzo de 2012

Tapaderas

Aquella mañana hacía mucho frío y me debatía entre mis obligaciones y mis deseos. ¿Y si no iba a trabajar, si me quedaba durmiendo bajo las mantas soñando que trabajaba? ¿Y si por un día no tenía que verle la cara a mi jefe, si por un día podía soñar que, cuando me pidiera los informes de los últimos dos años, sacaría un arma muy violenta y le dispararía por lo menos cuarenta veces? Aquel hombre no tenía alma, así que tampoco debía de tener familia.

Pero al final me aburrí de pensar en mi jefe y en sus cosas malvadas y resolví que me levantaría de la cama. Porque había leído en algún sitio que a lo largo del día pensamos en miles de asuntos pero luego los desechamos y ya no existen y pasamos a otra cosa mariposa, y ahora lo intentaba aplicar. Igual lo había leído en Yahoo respuestas.

Mientras me dirigía al baño, pensé mucho en Yahoo. Pensé en qué querría decir Yahoo, descompuse Yahoo en sílabas y luego en letras (separando las vocales y las consonantes), me imaginé qué estarían haciendo en aquel mismo momento los creadores de Yahoo y me di cuenta de que aquello no me iba a llevar a ningún lado.

Ducharse recién levantado es uno de esos asuntos tan contradictorios de la vida. Durante los segundos que tardó el agua en calentarse, pensé en extensiones heladas, en los fiordos, en la parte más al norte de Alaska. Una vez empezó a templarse, el polo norte se derritió y pude ver algo de sol allá al fondo. Luego se puso hirviendo y me imaginé un plato de carne asándose en el horno. Encontré la temperatura adecuada y me dispuse a ducharme.

Había un pelo largo y rubio en una de las esquinas del plato de ducha. Me agaché y lo recogí, pensando en el aspecto ridículo que debía de tener, con el pelo pegado a la cabeza y los ojos aún entrecerrados. Como sin lugar a dudas era de ella, me puse muy triste. Cuando vino a llevarse a nuestro perro, el coche, la tele, uno de los sofás, varias fotos con sus marcos, diversos aparatos de cocina bastante útiles, el secador de pelo, las cortinas de bolitas que le daban a nuestro cuarto un toque muy indio/new wave, varias mantas y sábanas, toallas, alfombras de diversos tipos y colores, la mitad de la vajilla y la cubertería (?) y un paquete de queso en lonchas porque tenía hambre, le tenía que haber pedido que barriese y se llevase también sus restos orgánicos, sus pelos, sus uñas, su olor.

Y entonces me di cuenta de que eso de que pensamos en miles de cosas a lo largo del día y las vamos olvidando y pasamos a otras y luego no nos acordamos de lo que pensamos hace un rato es una tontería. Si pensamos en tantos miles de cosas, es para intentar no pensar, para intentar olvidarnos con el ruido, de una cosa particular y concreta, que nos hundiría el resto del día. Ella era una cosa bastante particular y concreta.
Aquel día ya no volví a pensar en Yahoo.