jueves, 8 de noviembre de 2012

La manzana mecánica

Era martes noche cuando el tipo de mirada perdida, el espécimen autóctono del metro americano, vio   proyectado en la estación de Hunter College un anuncio de la compañía de la manzana.
"La compañía de la manzana ha vendido muchas cosas durante muchos años, y ahora te traemos una nueva. Compra nuestro nuevo producto, que tiene funcionalidades novedosas*" *que se pasarán de moda dentro de tres semanas.
Allí estaba la manzana minimalista y le decía al tipo de mirada perdida, como un oráculo del siglo XXI, como un neón de película steampunk, que comprara su nuevo producto, recién horneado en China, Corea, al final del camino, ese lugar donde es mejor que nadie se asome porque se llevará una sorpresa.

Era viernes tarde cuando el tipo de mirada perdida fue a la tienda de la manzana, situada en pleno centro, para adquirir su producto novedoso. Se celebra en esta tienda una fiesta continua pero aséptica, de paredes blancas y bocas que sonríen. Aquí, los empleados de la manzana te llaman por tu nombre, te recomiendan productos (y música, películas, marca de calzoncillos) y lanzan globos y confeti al aire, en una especie de torbellino del capitalismo, cuando te gastas una cantidad considerable. Como abejas albinas, todos se mueven al unísono por los diversos niveles de la tienda, sonriéndose mutuamente, seguramente siguiendo un código secreto de control que asegura que todo esté listo y limpio en todo momento. Y en los pasadizos de detrás de las paredes, beben agua sin burbujas y consultan sus PDAs, y a veces dejan de lado a alguno que no ha actualizado su sistema operativo a la versión que salió ayer.

El tipo de mirada perdida fue asesorado por cuatro Expertos, dos Junior e incluso un Shopper Assistant Premium. Entre todos, y después de haberse reunido y votado (exceptuando al tipo de mirada perdida), decidieron que el mejor modelo para su cliente favorito (no sentían ningún remordimiento a pesar de que llamaban así a todos sus clientes) era el 4G*, con pantalla retroiluminada, reproductor de audio-vídeo-fotos-diapositivas-sombras chinas y divertidas voces que anunciaban cosas útiles en momentos aleatorios. "Recuerda no dar limosna si no te ofrecen nada a cambio", decía, por ejemplo. Todo era perfecto, pues, el dinero fluía desde el tipo hacia la gran manzana transparente y allá donde mirara encontraba miradas de aprobación.

Pasó entonces una joven realmente atractiva, a lo que uno de los simpáticos empleados dijo: "Madre mía, hoy hay fuego en la casa". Era una expresión verdaderamente extraña, como mal traducida, y el tipo de mirada perdida no se dio cuenta de lo que suponía hasta media hora más tarde, cuando se sobresaltó en medio del vagón de metro. Una señora le preguntó si estaba bien, a lo que él respondió que "los que controlan la tienda de la manzana son personas también. Pensé que estaba todo tan avanzado que ya ponían máquinas". La señora no entendió nada, pensando que el tipo se refería a una frutería muy moderna, y el incidente acabó aquí.

Al día siguiente, las acciones de la manzana cayeron un 78%. Todos los empleados de aquella tienda en particular fueron despedidos, dado que ninguno quiso delatar al que había dicho aquello tan malsonante. Les dieron a todos un libro del fundador de la manzana para que aprendieran a "vivir la vida de forma plena, potente y a gusto con ellos mismos". El presidente de la manzana tuvo que desplazarse desde su humilde casa en Malibú, donde gestionaba la rama asiática del negocio con una vietnamita propensa al uso del trikini, hasta Los Ángeles, donde todos los inversores estaban buscando ya nuevas y frescas empresas, que dependieran más de robots inhumanos y menos de personas.

El presidente de la manzana les calmó diciendo que estaban trabajando en lo de los robots, y que habían despedido a todos los empleados de la tienda en cuestión. Les prometió que en unos diez años todos los asalariados de la manzana, menos él y un pequeño grupo selecto, serían robots tan bien hechos que serían indistinguibles de las personas. Con algo de suerte, podrían empezar a introducir también clientes-robot. En cualquier caso, los robots eran el futuro. Los inversores accedieron y se marcharon.

Todo este asunto sucedió alrededor de 2002.



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